Friday, March 03, 2006

"Vida en comunidad", Capítulo 1, Dietrich Bonhoeffer

VIDA EN COMUNIDAD

1. La Comunidad

(Texto extraído del Libro "Vida en Comunidad" de Dietrich Bonhoeffer, Ed. Sígueme - Salamanca 1985.)

La vida en común


"Qué dulce y agradable es para los hermanos vivir juntos y en armonía" (Sal. 135, 1).
Vamos a examinar a continuación algunas enseñanzas y reglas de la Escritura sobre nuestra vida en común bajo la palabra de Dios.

Contrariamente a lo que podría parecer a primera vista, no se deduce que el cristiano tenga que vivir necesariamente entre otros cristianos. El mismo Jesucristo vivió en medio de sus enemigos y, al final fue abandonado por todos sus discípulos. Se encontró en la cruz solo, rodeado de malhechores y blasfemos. Había venido para traer la paz a los enemigos de Dios. Por esta razón, el lugar de la vida del cristiano no es la soledad del claustro sino el campamento mismo del enemigo. Ahí está su misión y su tarea. "El reino de Jesucristo debe ser edificado en medio de tus enemigos. Quien rechaza esto renuncia a formar parte de este reino, y prefiere vivir rodeado de amigos, entre rosas y lirios, lejos de los malvados, en un círculo de gente piadosa. ¿No veis que así blasfemáis y traicionáis a Cristo? Si Jesús hubiera actuado como vosotros. ¿Quién habría podido salvarse?" (Lutero).

"Los dispersaré entre los pueblos, pero, aún lejos, se acordarán de mí" (Zac. 10, 9). Es voluntad de Dios que la cristiandad sea un pueblo disperso, esparcido como la semilla "entre todos los reinos de la tierra" (Dt 4, 27). Esta es su promesa y su condena. El pueblo de Dios deberá vivir lejos, entre infieles, pero será la semilla del reino esparcida en el mundo entero.

"Los reuniré porque los he rescatado..... y volverán" (Zac. 10, 8 - 9) ¿Cuándo sucederá esto? Ha sucedido ya en Jesucristo que murió "para reunir en uno a todos los hijos de Dios dispersos" (Jn. 11, 52), y se hará visible al final de los tiempos, cuando los ángeles de Dios" reúnan a los elegidos de los cuatros vientos, desde un extremo al otro de los cielos" (Mt. 24, 31). Hasta entonces, el pueblo de Dios permanecerá disperso. Solamente Jesucristo impedirá su disgregación; lejos, entre los infieles, les mantendrá unidos el recuerdo de sus Señor.

El hecho de que, en el tiempo comprendido entre la muerte de Jesucristo y el último día, los cristianos puedan vivir con otros cristianos en una comunidad visible ya sobre la tierra no es sino una anticipación misericordiosa del reino que ha de venir. Es Dios, en su gracia, quien permite la existencia en el mundo de semejante comunidad, reunida alrededor de la palabra y el sacramento. Pero esta gracia no es accesible a todos los creyentes. Los prisioneros, los enfermos, los aislados en la dispersión, los misioneros, están solos. Ellos saben que la existencia de la comunidad visible es una gracia. Por eso su plegaria es la del salmista: "Recuerdo con emoción cuando marchaba al frente de la multitud hacia la casa de Dios entre gritos de alegría y alabanza de un pueblo en fiesta" (Sal 42). Sin embargo, permanecen solos como la semilla que Dios ha querido esparcir. No obstante, captan intensamente por la fe cuanto les es negado como experiencia sensible. Así es como el apóstol Juan, desterrado en la soledad de la isla de Patmos, celebra el culto celestial "en espíritu, el día del Señor" (Ap. 1, 10), con todas las iglesias. Los siete candelabros que ve son las iglesias, las siete estrellas, sus ángeles; en el centro, dominándolo todo, Jesucristo, el Hijo del Hombre, en la gloria de su resurrección, Juan es fortalecido y consolado por su palabra. Esta es la comunidad celestial que, en el día del Señor, puebla la soledad del apóstol desterrado.

Pese a todo, la presencia sensible de los hermanos es para el cristiano fuente incomparable de alegría y consuelo. Prisionero y al final de sus días, el apóstol Pablo no puede por menos de llamar a Timoteo, "su amado Hno. en la fe", para volver a verlo y tenerlo a su lado. No ha olvidado las lágrimas de Timoteo en la última despedida (2 Tm. 1, 4). En otra ocasión, pensando en la iglesia de Tesalónia, Pablo ora a Dios "noche y día con gran ansia para volver a veros" (1 Tes. 3, 10); Y el apóstol Juan, ya anciano, sabe que su gozo no será completo hasta que no se esté junto a los suyos y pueda hablarlos de viva voz, en vez de con papel y tinta (2 Jn. 12). El creyente no se avergüenza ni se considera demasiado carnal por desear ver un rostro de otros creyentes. El hombre fue creado con un cuerpo, en un cuerpo apareció por nosotros el Hijo de Dios sobre la tierra, en un cuerpo fue resucitado; en el cuerpo el creyente recibe a Cristo en el sacramento, y la resurrección de los muertos dará lugar a la plena comunidad de los hijos de Dios, formados de cuerpo y espíritu.

A través de la presencia del hermano en la fe, el creyente puede alabar al Creador, al Salvador y al Redentor, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. El prisionero, el enfermo, el cristiano asilado reconoce en el hermano que les visita un signo visible y misericordioso de la presencia de Dios trino. Es la presencia real de Cristo lo que ellos experimentan cuando se ven, y su encuentro es un encuentro gozoso. La bendición que mutuamente se dan es la del mismo Jesucristo. Ahora bien, si el mero encuentro entre dos creyentes produce tanto gozo, ¡qué inefable felicidad no sentirán aquellos a los que Dios permite vivir continuamente en comunidad con otros creyentes! Sin embargo esta gracia de la comunidad que el aislado considera como un privilegio es desdeñado y pisoteada por aquellos que la reciben diariamente. Olvidamos fácilmente que la vida entre cristianos es un don del reino de Dios que nos puede ser arrebatado en cualquier momento y que, en un instante también, puede ser abandonados a la más completa soledad. Por es, a quién le haya sido concedido experimentar esta gracia extraordinaria de la vida comunitaria ¡qué alabe a Dios con todo su corazón, que, arrodillado, le dé gracias, y confiese que es una gracia, sólo gracia!

La medida en que Dios concede el don de la comunión visible, varía. Una visita, una oración, un gesto de bendición, una simple carta, es suficiente para dar al cristiano aislado la certeza de que nunca está solo. El saludo que el ap6stol Pablo escribía personalmente en sus cartas ciertamente era un signo de comunión visible. Algunos experimentan la gracia de la comunidad en el culto dominical; otros, en el seno de una familia creyente. Los estudiantes de teología gozan durante sus estudios de una vida comunitaria más o menos intensa. Y, actualmente, los cristianos más sinceros sienten necesidad de participar en "retiros", para convivir con otros creyentes bajo la palabra de Dios. Los cristianos de hoy descubren nuevamente que la vida comunitaria es verdaderamente la gracia que siempre fue, algo extraordinario, "el momento de descanso entre los lirios y las rosas" al que se refería Lutero.


La comunidad cristiana

Comunidad cristiana significa comunión en Jesucristo y por Jesucristo. Ninguna comunidad cristiana podrá ser más ni menos que eso. Y esto es válido para todas las formas de comunidad que puedan formar los creyentes, desde la que nace de un breve encuentro hasta la que resulta de una larga convivencia diaria. Si podemos ser hermanos es únicamente por Jesucristo y en Jesucristo.

Esto significa, en primer lugar, que Jesucristo es el que fundamenta la necesidad que los creyentes tienen unos de otros; En segundo lugar, que sólo Jesucristo hace posible su comunión y, finalmente, que Jesucristo nos ha elegido desde toda la eternidad para que nos acojamos durante nuestra vida y nos mantengamos unidos siempre.

Comunidad de creyentes. El cristiano es el hombre que ya no busca su salvación, su libertad y su justicia en sí mismo, sino únicamente en Jesucristo. Sabe que la palabra de Dios, en Jesucristo lo declara culpable aunque él no tenga conciencia de su culpabilidad, y que esta misma palabra lo absuelve y justifica aún cuando no tenga conciencia de su propia justicia. El cristiano ya no vive por sí mismo, de su autoacusación y su autojustificación, sino de la acusación y justificación que provienen de Dios. Vive totalmente sometido a la palabra que Dios pronuncia sobre él, declarándole culpable o justo. El sentido de su vida y de su muerte ya no lo busca en el propio corazón sino en la palabra que le llega desde fuera, de parte de Dios. Este es el sentido de aquella afirmación de los reformadores: nuestra justicia es una "justicia extranjera" que viene de fuera (extra nos). Con esto nos remiten a la palabra de Dios mismo nos dirige, y que nos interpela desde fuera. El cristiano vive íntegramente de la verdad de la palabra de Dios en Jesucristo. Cuándo se le pregunta ¿dónde está tu salvación, tu bienaventuranza, tu justicia?, Nunca podrá señalarse a sí mismo, sino que señalará a la palabra de Dios en Jesucristo. Esta palabra le obliga a volverse continuamente hacia el exterior de donde únicamente puede venirle esa gracia justificante que espera que cada día como comida y bebida. En sí mismo no encuentra sino pobreza y muerte, y si hay socorro para él, sólo podrá venirle de fuera. Pues bien, esta es la buena noticia; el socorro ha venido y se nos ofrece cada día en la palabra de Dios que, en Jesucristo, nos trae liberación, justicia, inocencia y felicidad.

Esta palabra ha sido puesta por Dios en boca de los hombres para que sea comunicada a los hombres y transmitidos entre ellos. Quien es alcanzado por ella no puede por menos de transmitirla a otros. Dios ha querido que busquemos y hallemos su palabra en el testimonio del hermano, en la palabra humana. El cristiano, por tanto, tiene absoluta necesidad de otros cristianos; son quienes verdaderamente pueden quitarle siempre sus incertidumbres y desesperanzas. Queriendo arreglárselas por si mismo, no hace sino extraviarse todavía más. Necesita del hermano como portador y anunciador de la palabra divina de salvación. Le necesita a causa de Jesucristo. Porque el Cristo que llevamos en nuestro propio corazón es más frágil que el Cristo en la palabra del hermano. Este es cierto; aquel, incierto. Así queda clara la meta de toda comunidad cristiana: permitir nuestro encuentro para que nos revelemos mutuamente la buena noticia de la salvación. Esta es la intención de Dios al reunirnos. En una palabra, la comunidad cristiana es obra solamente de Jesucristo y de su justicia "extranjera". Por tanto, la comunidad de dos creyentes es el fruto de la justificación del hombre por la sola gracia de Dios, tal y como se anuncia en la Biblia y enseñan los reformadores. Esta es la buena noticia que fundamenta la necesidad que tienen los cristianos unos de otros.

Cristo mediador. Este encuentro, esta comunidad, solamente es posible por mediación de Jesucristo. Los hombres están divididos por la discordia. Pero "Jesucristo es nuestra paz" (Ef. 2,14'). En él la comunidad dividida encuentra su unidad. Sin él hay discordia entre los hombres y entre estos y Dios. Cristo es el mediador entre Dios y los hombres. Sin él no podríamos conocer a Dios, ni invocarle, ni llegarnos a él; Tampoco podríamos reconocer a los hombres como hermanos y acercarnos a ellos. El camino está bloqueado por el propio "yo". Cristo, sin embargo, ha franqueado el camino obstruido de forma que, en adelante, los suyos puedan vivir en paz no solamente con Dios, sino también entre ellos. Ahora los cristianos pueden amarse y ayudarse mutuamente; pueden llegar a ser un solo cuerpo. Pero sólo es posible por medio de Jesucristo. Solamente él hace posible nuestra unión y crea él vincula que nos mantiene unidos. Él es para siempre el único mediador que nos acerca a Dios y a los Hermanos.

La comunidad de Jesucristo. En Jesucristo hemos sido elegidos para siempre. La encarnación significa. Que, por pura gracia y voluntad de Dios trino, el Hijo de Dios se hizo carne y acept6 real y corporalmente nuestra naturaleza, nuestro ser. Desde entonces, nosotros estamos en él. Lleva nuestra carne, nos lleva consigo. Nos tomó con él en su encarnación, en la cruz y en su resurrección. Formamos parte de él porque estamos en él. Por esta razón la Escritura nos llama el cuerpo de Cristo. Ahora bien, si, antes de poder saberlo y quererlo, hemos sido elegidos y adoptados en Jesucristo con toda la iglesia, esta elección y esta adopción significan que le pertenecemos eternamente, y que un día la comunidad que formamos sobre la tierra será una comunidad eterna junto a él. En presencia de un hermano debemos saber que nuestro destino es estar unidos con él en Jesucristo por toda la eternidad. Repitámoslo: comunidad cristiana significa comunidad en y por Jesucristo. Sobre este principio descansan todas las enseñanzas y reglas de la Escritura, referidas a la vida comunitaria de los cristianos.

"Acerca del amor fraterno no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismo habéis aprendido de Dios a amaros, unos a otros..... Pero os rogamos, hermanos que abundéis en ello más y más" (1 Tes. 4,9-10). Dios mismo se encarga de instruirnos en el amor fraterno; todo cuanto nosotros podamos añadir a esto no será sino recordar la instrucción divina y exhortar a perseverar en ella. Cuando Dios se hizo misericordioso revelándonos a Jesucristo como hermano, ganándonos para su amor, comenzó también al mismo tiempo a instruirnos en el amor fraternal; su perdón, a perdonar a nuestros hermanos. Debemos a nuestros hermanos cuanto Dios hace por nosotros. Por tanto, recibir significa al mismo tiempo dar, y dar tanto cuanto se haya recibido de la misericordia y del amor de Dios. De este modo, Dios nos enseña a acogernos como él mismo nos acogió en Cristo. "Acogeos, pues. , Unos a otros como Cristo os acogió" (Rm. 15,7). Partir de ahí, y llamados por Dios a vivir con otros cristianos, podemos comprender qué significa tener hermanos, "Hermanos en el Señor" (Flp. 1,14) llama Pablo a los suyos de Filipos. Sólo mediante Jesucristo nos es posible ser hermanos unos de otros. Yo soy hermano de mi prójimo gracias a lo que Jesucristo hizo por mí; mi prójimo se ha convertido en mi hermano gracias a lo que Jesucristo hizo por mí. Todo esto de gran trascendencia. Porque significa que mi hermano, en la comunidad, no es tal hombre piadoso necesitado de fraternidad, sino el hombre que Jesucristo ha salvado, a quien ha perdonado los pecados y ha llamado, como a mí a la fe y a la vida eterna. Por tanto, lo decisivo aquí, lo que verdaderamente fundamenta nuestra comunidad, no es lo que nosotros podamos ser en nosotros mismos, con nuestra vida interior y nuestra piedad, sino aquello que somos por el poder de Cristo. Nuestra comunidad cristiana se construye únicamente por el acto redentor del que somos objeto, y esto no solamente es verdadero para sus comienzos, de tal manera que pudiera añadirse otro algún elemento con el paso del tiempo, sino que sigue siendo así en todo tiempo y para toda la eternidad. Solamente Jesucristo fundamenta la comunidad que nace, o nacerá un día, entre dos creyentes. Cuanto más auténtica y profunda llegue a ser, tanto más retrocederán nuestras diferencias personales, y con tanta mayor claridad se hará patente para nosotros la única y sola realidad: Jesucristo y lo que él ha hecho por nosotros. Unicamente por él nos pertenecemos unos a otros real y totalmente, ahora y por toda la eternidad.


La fraternidad cristiana

En adelante, debemos renunciar al turbio anhelo que, en este ámbito, nos empuja siempre a desear algo más. Desear algo más que lo que Cristo ha fundado entre nosotros no es desear la fraternidad cristiana, sino ir en busca de quién sabe qué experiencias extraordinarias que piensa va a encontrar en la comunidad cristiana y que no ha encontrado en otra parte, introduciendo así en la comunidad el turbador fermento de los propios deseos. Es precisamente en este aspecto donde la fraternidad cristiana se ve amenazada- casi siempre y ya desde sus comienzos- por el más grave de los peligros: la intoxicación interna provocada por la confusión entre fraternidad cristiana y un sueño de comunidad piadosa; por la mezcla de una nostalgia comunitaria, propia de todo hombre religioso, y la realidad espiritual de la hermandad cristiana. Por eso es importante adquirir conciencia desde el principio de que, en primer lugar, la fraternidad cristiana no es un ideal humano, sino una realidad dada por Dios, y, en segundo lugar, que esta realidad es de orden espiritual y no de orden psíquico.

Muchas han sido las comunidades cristianas que han fracasado por haber vivido con una imagen quimérica de comunidad. Es lógico que el cristiano, cuando entra en la comunidad. Lleve consigo un ideal de lo que esta debe ser, y que trate de realizarlo. Sin embargo, la gracia de Dios destruye constantemente esta clase de sueños. Decepcionados por los demás y por nosotros mismos, Dios nos va llevando al conocimiento de la auténtica comunidad cristiana. En su gracia, no permite que vivamos, ni siquiera unas semanas, en la comunidad de nuestros sueños, en esa atmósfera de experiencias embriagadoras y de exaltación piadosa que nos enerva. Porque Dios no es un dios de emociones sentimentales, sino el Dios de la realidad. Por eso, sólo la comunidad que, consciente de sus tareas, no sucumbe a la gran decepción, comienza a ser lo que Dios quiere, y alcanza por la fe la promesa que le fue hecha. Cuanto antes llegue esta hora de desilusión para la comunidad que, consciente de sus tareas, no sucumbe a la gran decepción, comienza a ser lo que Dios quiere, y alcanza por la fe la promesa que le fue hecha. Cuanto antes llegue esta hora de desilusión para la comunidad y para el mismo creyente, tanto mejor para ambos. Querer evitarlo a cualquier precio y pretender aferrarse a una imagen quimérica de comunidad, destinada de todos modos a desinflarse, es construir sobre arena y condenarse mas tarde o más temprano a la ruina.

Debemos persuadirnos de que nuestros sueños de comunión humana, introducidos en la comunidad, son un auténtico peligro y deben ser destruidos so pena de muerte para la comunidad. Quien prefiere el propio sueño a la realidad se convierte en un destructor de la comunidad. Por más honestas, serias y sinceras que sean sus intenciones personales.
Dios aborrece los sueños piadosos porque nos hacen duros y pretenciosos. Nos hacen exigir lo imposible a Dios, a los demás y a nosotros mismos. Nos erigen en jueces de los hermanos y de Dios mismo. Nuestra presencia es para los demás un reproche vivo y constante. Nos conducimos como si nos correspondiera, a nosotros, crear una sociedad cristiana que antes no existía, adaptada a la imagen ideal que cada uno tiene. Y cuando las cosas no salen como a nosotros nos gustaría, hablamos de falta de colaboración, convencidos de que la comunidad se hunde cuando vemos que nuestro sueño se derrumba. De este modo, comenzamos por acusar a los hermanos, después a Dios y, finalmente, desesperados, dirigimos nuestra amargura contra nosotros mismos.

Todo lo contrario sucede cuando estamos convencidos de que Dios mismo ha puesto el fundamento único sobre el que edificar nuestra comunidad y que, antes de cualquier iniciativa por nuestra parte, nos ha unido en un solo cuerpo por Jesucristo; pues entonces no entramos en la vida en común con exigencias, sino agradecidos de corazón y aceptando recibir. Damos gracias a Dios por lo que él ha obrado en nosotros. Le agradecemos que nos haya dado hermanos que viven, ellos también, bajo su llamada, bajo su perdón, bajo su promesa. No nos quejamos por lo que no nos da, sino que le damos gracias por lo que nos concede cada día. Nos da hermanos llamados a compartir nuestra vida pecadora bajo la bendición de su gracia. ¿No es suficiente? ¿No nos concede cada día, incluso en los más difíciles y amenazadores, esta presencia incomparable? Cuando la vida. en comunidad está gravemente amenazada, por el pecado y la incomprensión, el hermano, aunque pecador, sigue siendo mi hermano. Estoy con él bajo la palabra de Cristo, y su pecado puede ser para mi una nueva ocasión de dar gracias a Dios por permitimos vivir bajo su gracia. La hora de la gran decepción por causa de los hermanos puede ser para todos nosotros una hora verdaderamente saludable, pues nos hace comprender que no podemos vivir de nuestras propias palabras y de nuestras obras, sino únicamente de la palabra de la obra que realmente nos une a unos con otros, esto es, el perdón de nuestros pecados por Jesucristo. Por tanto, la verdadera comunidad cristiana nace cuando, dejándonos de ensueños, nos abrimos a la realidad que nos ha sido dada.


La gratitud

Igual que sucede en el ámbito individual, la gratitud es esencial en la vida cristiana comunitaria. Dios concede lo mucho a quien sabe agradecer lo poco que recibe cada día. Nuestra falta de gratitud impide que Dios nos conceda los grandes dones espirituales que nos tienen reservados. Pensamos que no debemos darnos por satisfechos con la pequeña medida de sabiduría, experiencia y caridad cristianas que nos ha sido concedida. Nos lamentamos de no haber recibido la misma certidumbre y la misma riqueza de experiencias que otros cristianos, y nos parece que estas quejas son un signo de piedad. Oramos para que se nos concedan grandes cosas y nos olvidamos de agradecer las pequeñas (¿pequeñas?) que recibimos cada día. ¿Cómo va a conceder Dios lo grande a quien no sabe recibir con gratitud lo pequeño?

Todo esto es también aplicable a la vida de comunidad. Debemos dar gracias a Dios diariamente por la comunidad cristiana a la que pertenecemos. Aunque no tenga nada que ofrecemos, aunque sea pecadora y de fe vacilante. ¡qué importa! Pero si no hacemos más que quejarnos ante Dios por ser todo tan miserable, tan mezquino, tan poco conforme con lo que habíamos esperado, estamos impidiendo que Dios haga crecer nuestra comunidad según la medida y riqueza que nos ha dado en Jesucristo. Esto concierne de un modo especial a esa actitud permanente de queja de ciertos pastores y miembros "piadosos" respecto a sus comunidades. Un pastor no debe quejarse jamás de su comunidad, ni siquiera ante Dios. No le ha sido confiada la comunidad para que se convierta en su acusador ante Dios y ante los hombres. Cualquier miembro que cometa el error de acusar a su comunidad debería preguntarse primero si no es precisamente Dios quien destruye la quimera que él se había fabricado. Si es así, que le dé gracias por esta tribulación. Y si no lo es, que se guarde de acusar a la comunidad de Dios; que se acuse más bien así mismo por su falta de fe; que pida a Dios que le haga comprender en qué ha desobedecido o pecado y lo libre de ser un escándalo para los otros miembros de la comunidad; que ruegue por ellos, además de por sí mismo, y que, además de cumplir lo que Dios le ha encomendado, le dé gracias.
Con la comunidad cristiana ocurre lo mismo que con la santificación de nuestra vida personal. Es un don de Dios al que no tenemos derecho. Sólo Dios sabe cuál es la situación de cada uno. Lo que a nosotros nos parece insignificante puede ser muy importante a los ojos de Dios. Así como el cristiano no debe estar preguntándose constantemente por el estado de su vida espiritual tampoco Dios nos ha dado la comunidad para que estemos constantemente midiendo su temperatura. Cuanto mayor sea nuestro agradecimiento por lo recibido en ella cada día, tanto mayor será su crecimiento para agrado de Dios.


La espiritualidad de la comunidad cristiana

La fraternidad cristiana no es un ideal a realizar sino una realidad creada por Dios en Cristo, de la que él nos permite participar. En la medida en que aprendamos a reconocer que Jesucristo es verdaderamente el fundamento, el motor y la promesa de nuestra comunidad en esa misma medida aprenderemos a pensar en ella, a orar y esperar por ella, con serenidad.

Fundada únicamente en Jesucristo, la comunidad cristiana no es una realidad de orden psíquico, sino de orden espiritual En esto precisamente se distingue de todas las demás comunidades. La sagrada Escritura entiende por "espiritual" el don del Espíritu Santo que nos hace reconocer a Jesucristo como Señor y Salvador. Por "psíquico" en cambio, lo que es expresión de nuestros deseos, de nuestras fuerzas y de nuestras posibilidades naturales en nuestra alma.
Toda realidad de orden espiritual descansa sobre la palabra clara y evidente que Dios nos ha revelado en Jesucristo. Por el contrario, el fundamento de la realidad psíquica es el conjunto confuso de pasiones y deseos que sacuden el alma humana. Fundamento de la comunidad espiritual es la verdad revelada; el de la comunidad psíquica, el hombre y sus deseos. Esencia de la primera es la luz "porque Dios es luz y en él no hay tinieblas" (1Jn. 1,5), y "si andamos en la luz, como él está en la luz, estamos en comunión los unos con los otros" (1 Jn. 1,7). Esencia de la segunda, las tinieblas- "porque de dentro del corazón del hombre proceden los malos pensamientos"(Mc. 7,21)- que envuelven toda iniciativa humana, incluyendo los impulsos religiosos.

Comunidad espiritual es la comunión de todos los llamados por Cristo, comunidad psíquica es la comunión de las almas de la caridad fraterna, del ágape; la otra, del eros, del amor más o menos desinteresado, del equivoco perpetuo. La una implica el servicio fraterno ordenado; la otra, la codicia. La primera se caracteriza por una actitud de humildad y de sumisión hacia los hermanos; la segunda, por una servidumbre más o menos hipócrita a los propios deseos. En la comunidad espiritual únicamente es la palabra de Dios la que domina; en la comunidad "piadosa" es el hombre quién, junto a la palabra de Dios, pretende dominar con su experiencia, su fuerza, su capacidad de sugestión y su magia religiosa. En aquella sólo obliga la palabra de Dios; en ésta, los hombres pretenden además sujetarnos a sí mismos. Y así, mientras una se deja conducir por el Espíritu Santo, en la otra se buscan y cultivan esferas de poder e influencia de orden personal - entre protestas de pureza de intenciones - que destronan al Espíritu Santo, alejándolo prudentemente, porque aquí la única realidad es lo "psíquico", es decir, la psicotécnica, el método psicológico o psicoanalitico, aplicado científicamente, y donde el prójimo se convierte en objeto de experimentación. En la comunidad cristiana auténtica, por el contrario, es el Espíritu Santo, único maestro quien hace posible una caridad y un servicio en estado puro, despojado de todo artificio psicológico.

Tal vez pudiera ilustrarse con mayor claridad el contraste entre comunidad espiritual y comunidad psíquica. En la comunidad espiritual no existe, en ningún caso, una relación "directa" entre los que integran la comunidad, mientras que en la comunidad psíquica se suele dar una nostalgia profunda y totalmente instintiva de una comunión directa v auténticamente carnal. Instintivamente el alma humana busca otra alma con quien confundirse, ya sea en el plano amoroso o bien, lo que es lo mismo, en el sometimiento del pr6~lmo a la propia voluntad de poder. Tal es el esfuerzo extenuante del fuerte en busca de la admiraci6n, amor o temor del débil.

O dominar a mi prójimo. Mi prójimo quiere ser amado tal cono es, independientemente de mí, es decir, como aquel por quien Cristo se hizo hombre, murió y resucitó; a quien Cristo perdonó y destinó a la vida eterna. En vista de que, antes de toda intervención por mi parte, Cristo ha actuado decisivamente en él, debo dejar libre a mi prójimo para el Señor, a quien pertenece, y cuya voluntad es que yo lo reconozca así. Esto es lo que queremos decir cuando afirmamos que no podemos encontrar al prójimo sino a través de Cristo. El amor psíquico crea su propia imagen del prójimo, de lo que es y de lo que debe ser; quiere manipular su vida. El amor espiritual, en cambio, parte de Cristo para conocer la verdadera imagen del hombre; la imagen que Cristo ha acuñado y quiere acuñar con su sello.

Por eso el amor espiritual se caracteriza, en todo lo que dice y hace, por su preocupación de situar al prójimo delante de Cristo. No busca actuar sobre la emotividad del otro dando a su acción un carácter demasiado personal y directo; renunciará a introducirse indiscretamente en la vida del otro y complacerse en manifestaciones puramente sentimentales y exaltadas de la piedad. Se contentará con dirigirse al prójimo con la palabra transparente de Dios, dispuesto a dejarse a solas con ella para que Cristo pueda actuar sobre él con entera libertad. Respetará la frontera que Cristo ha querido interponer entre nosotros y se contentará con la comunidad fundada en Cristo. Porque sabe que el camino más corto para acceder a los otros pasa siempre por la oración, y que el amor al prójimo esta' indisolublemente unido a la verdad en Cristo. Este es el amor que hace decir al apóstol Juan: "No hay para mi mayor alegría que oír de mis hijos que andan en la verdad" (3 Jn.1, 4)

El amor psíquico vive del deseo turbador incontrolado e incontrolable; el amor espiritual vive en la claridad del servicio que le asigna la verdad. El uno esclaviza, encadena y paraliza al hombre; el otro le hace libre bajo la autoridad de la palabra. El uno cultiva flores de invernadero; el otro produce frutos saludables que crecen, por voluntad de Dios, en libertad bajo el cielo, expuestos a la lluvia, al sol y al viento.


La comunidad forma parte de la iglesia cristiana

Es de vital importancia para toda comunidad cristiana lograr distinguir a tiempo entre ideal humano y realidad de Dios, entre comunidad de o/len psíquico y comunidad de orden espiritual. Por eso es cuestión de vida o muerte alcanzar cuanto antes una visión lúcida a este respecto. En otras palabras, la vida de una comunidad bajo la autoridad de la palabra sólo se mantendrá vigorosa en la medida en que renuncie a querer ser un movimiento, una sociedad, una agrupación religiosa, un collegium pietatis, y acepte ser parte de la iglesia cristiana, una, santa y universal participando activa o pacientemente en las angustias, las luchas y' la promesa de toda la iglesia. Por eso toda tendencia separatista que no esté objetivamente justificada por circunstancias locales, una tarea común o alguna otra razón parecida, constituye un gravísimo peligro para la vida de la comunidad a quien priva de eficacia espiritual empujándola hacia el sectarismo. Excluir de la comunidad al hermano frágil e insignificante, con el pretexto de que no se puede hacer nada con él, puede suponer, nada menos, la exclusión del mismo Cristo, que llama a nuestra puerta bajo el aspecto de ese hermano miserable. Esto nos debe inducir a proceder con sumo cuidado.

Podría parecer a primera vista que la confusión entre ideal y realidad, entre psíquico y espiritual, tendría que darse más bien en comunidades como el matrimonio, la familia o la amistad, donde lo psíquico juega desde el principio un papel esencial y donde lo espiritual no se añade sino después. Resultaría así que el peligro de confusión de esas dos realidades no existiría sino para ese tipo de asociaciones, y que sería prácticamente inexistente en una comunidad de carácter puramente espiritual. Pensar así es un grave error. La experiencia y un examen objetivo de la realidad prueban exactamente lo contrario. Generalmente, en el matrimonio, en la familia o en la amistad cada uno es consciente de sus verdaderas posibilidades con respecto a la vida en común; estas formas de sociedades humanas, cuando permanecen sanas, permiten distinguir muy bien donde se encuentra el límite entre lo psíquico y lo espiritual. Hacen que seamos conscientes de la diferencia que hay entre estos dos ordenes de la realidad. Y a la inversa, es precisamente en la comunidad de orden puramente espiritual donde es de temer más la irrupción desordenada y sutil obligaciones, influencias v servidumbre lo son todo aquí; y nos dan la caricatura de lo constituye la auténtica comunidad en la que Cristo es el mediador.

Existe una conversión de orden "psíquico". Se presenta con toda la apariencia de una verdadera conversión. Es lo que sucede cuando un hombre, abusando conscientemente de su poder personal, consigue inquietar profundamente y someter 4un individuo o a una comunidad entera. ¿Qué ha sucedido? El alma ha actuado directamente sobre otras almas y se ha producido un verdadero acto de violencia del fuerte sobre el débil quien, bajo la presión experimentada, termina por sucumbir. Pero sucumbe a un hombre, no a la causa en sí. Esto se demuestra claramente en el momento en que se requiere un sacrificio por la causa, independiente de la persona a la que está sometido o en contradicción con la voluntad de éste. Aquí el convertido "psíquicamente" falla estrepitosamente, manifestando así que su conversión no era obra del Espíritu Santo, sino obra humana; por tanto, una ilusión.

También existe un amor al prójimo de orden puramente "psíquico".Capaz de los sacrificios
más inauditos, se entrega con tal ardor a las realidades tangibles, que a menudo supera la auténtica caridad cristiana. Además, se consume y subyuga. Sin embargo, es de este amor del que el apóstol dice: "Y aunque repartiese todos mis bienes entre los pobres y entregase mi cuerpo a las llamas - es decir, si alcanzase la cumbre del amor y del sacrificio - si no tuviera caridad de nada me sirve" (1Cor. 13, 3).

El amor de orden psíquico ama al otro por sí mismo, mientras que el amor de orden espiritual le ama por Cristo. De ahí que el amor psíquico corre el peligro de buscar un contacto directo con el amado sin respetar su libertad; considerándolo como su bien, intenta conseguido por todos los medios. Se siente irresistible y quiere dominar. Un amor de esta clase hace caso omiso de la verdad; la relativiza porque nada, ni la misma verdad, debe interponerse entre él y la persona amada. El amor psíquico, es ansia, no servicio; se desea al prójimo, su compañía, su amor. Es deseo aún allí donde todas las apariencias hablan de servicio.

En dos aspectos - en realidad no son más que uno - se manifiesta la diferencia entre amor espiritual y amor psíquico: el amor psíquico no soporta que, en nombre de la verdadera comunidad, se destruya la falsa comunidad que él ha imaginado; y es incapaz de amar a su enemigo, es decir, a quien se le oponga seria y obstinadamente. Ambas reacciones surgen de la misma fuente: el amor psíquico es esencialmente deseo, y lo que desea es una comunidad a su medida. Mientras encuentre medios para satisfacer este deseo, no lo abandonará ni por la misma verdad o la verdadera caridad. Cuando no pueda satisfacerlo, habrá llegado al final de sus posibilidades y se encontrará en un ambiente hostil. Entonces se trocará fácilmente en odio, desprecio y calumnia.

Aquí es precisamente donde entra en escena el amor de orden espiritual, en el que lo
propio es servir y no desear. Ante su presencia, el amor puramente psíquico se convierte en odio. Porque lo propio del amor psíquico es buscarse a sí mismo y convertirse en ídolo que exige adoración y sumisión total. Es incapaz de consagrar su atención y su interés a algo que no sea él mismo. El amor espiritual, en cambio, cuya raíz es Jesucristo, le sirve sólo a él y sabe que no hay otro acceso directo al prójimo. Cristo está entre el prójimo y yo. Yo no sé de antemano, basándome en un concepto general de amor y en una nostalgia interior, lo que es el amor al prójimo - para Cristo tal sentimiento podría no ser sino odio o la forma más re finada de egoísmo -, sino que es únicamente Cristo quien me lo dice en su palabra. En contra de mis ideas y convicciones personales, él me dice cómo puedo amar verdaderamente a mi hermano. Por eso el amor espiritual no acepta otra atadura que la palabra de su Señor. Cristo puede exigirme, en nombre de su caridad y su verdad, que mantenga o rompa el lazo que me une a otros. En ambos casos debo obedecer a pesar de todas las protestas de mi corazón. El amor espiritual se extiende también a los enemigos, porque quiere servir y no ser servido. No nace este amor del hombre, ya sea amigo o enemigo, sino de Cristo y su palabra. Procede del cielo, por eso el amor meramente terrestre es incapaz de comprenderle, para él es algo extraño, una novedad incomprensible.

Entre mi prójimo y yo está Cristo. Por eso no me está permitido desear una comunidad
directa con mi prójimo. Unicamente Cristo puede ayudarle, como únicamente Cristo ha podido ayudarme a mí. Esto significa que debo renunciar a mis intentos apasionados de manipular, forzar el elemento psíquico. Creemos que esta clase de comunidad es no solamente peligrosa sino que constituye un fenómeno absolutamente anormal. Donde la vida familiar, el trabajo en común, en suma, la existencia diaria con todas sus exigencias, no ocupan su lugar, son especialmente necesarias la vigilancia y la sangra fría. La experiencia demuestra que los pequeños momentos de ocio son los más propicios a la irrupción de lo psíquico. Es muy fácil despertar una embriaguez comunitaria entre gente llamada a vivir algunos días la vida en común; pero es una empresa extremadamente peligrosa para la vida diaria que estamos a vivir en una fraternidad sana y lúcida.


La unión con Jesucristo

Probablemente no exista ningún cristiano a quien Dios no conceda, al menos una vez en la vida, la gracia de experimentar la felicidad que da una verdadera comunidad cristiana. Sin embargo, tal experiencia constituye un acontecimiento excepcional añadido gratuitamente al pan diario de la vida cristiana en común. No tenemos derecho a exigir tales experiencias, ni convivimos con otros cristianos gracias a ellas. Más que la experiencia de la fraternidad cristiana, lo que nos mantiene unidos es la fe firme y segura que tenemos en esa fraternidad. El hecho de que Dios haya actuado y siga queriendo obrar en todos nosotros es lo que aceptamos por la fe como su mayor regalo; lo que nos llena de alegría y gozo; lo que nos permite poder renunciar a todas las experiencias a las que él quiere que renunciemos.

"!Qué dulce y agradable es para los hermanos vivir juntos y en armonía". Así celebra la Sagrada Escritura la gracia de poder vivir unidos bajo la autoridad de la palabra. Interpretando más exactamente la expresión "en armonía", podemos decir ahora: es dulce para los hermanos vivir juntos por Cristo, porque únicamente Jesucristo es el vínculo que nos une. "Él es nuestra paz". Sólo por él tenemos acceso los unos a los otros y nos regocijamos unidos en el gozo de la comunidad reencontrada.

Saturday, January 07, 2006

Didaché, Enseñanza de los Apóstoles, texto completo

LA DOCTRINA DE LOS DOCE APÓSTOLES

(Didaché)

Enseñanza del Señor transmitida a las naciones por los Doce Apóstoles

PRIMERA PARTE

El Catecismo o los «Dos caminos»

I. Existen dos caminos, entre los cuales, hay gran diferencia; el que conduce a la vida y el que lleva a la muerte. He aquí el camino de la vida: en primer lugar, Amarás a Dios que te ha creado; y en segundo lugar, amarás a tu prójimo como a ti mismo; es decir, que no harás a otro, lo que no quisieras que se hiciera contigo. He aquí la doctrina contenida en estas palabras: Bendecid a los que os maldicen, rogad por vuestros enemigos, ayunad para los que os persiguen. Si amáis a los que os aman, ¿qué gratitud mereceréis? Lo mismo hacen los paganos. Al contrario, amad a los que os odian, y no tendréis ya enemigos. Absteneos de los deseos carnales y mundanos. Si alguien te abofeteare en la mejilla derecha, vuélvele también la otra, y entonces serás perfecto. Si alguien te pidiere que le acompañes una milla, ve con él dos. Si alguien quisiere tomar tu capa, déjale también la túnica. Si alguno se apropia de algo que te pertenezca, no se lo vuelvas a pedir, porque no puedes hacerlo. Debes dar a cualquiera que te pida, y no reclamar nada, puesto que el Padre quiere que los bienes recibidos de su propia gracia, sean distribuidos entre todos. Dichoso aquel que da conforme al mandamiento; el tal, será sin falta. Desdichado del que reciba. Si alguno recibe algo estando en la necesidad, no se hace acreedor a reproche ninguno; pero aquel que acepta alguna cosa sin necesitarlo, dará cuenta de lo que ha recibido y del uso que ha hecho de la limosna. Encarcelado, sufrirá interrogatorio por sus actos, y no será liberado hasta que haya pasado el último maravedi. Es con este motivo, que ha sido dicho: «¡Antes de dar limosna, déjala sudar en las manos, hasta que sepas a quien la das!»

II. He aquí el segundo precepto de la Doctrina: No matarás; no cometerás adulterio; no prostituirás a los niños, ni los inducirás al vicio; no robarás; no te entregarás a la magia, ni a la brujería; no harás abortar a la criatura engendrada en la orgía, y después de nacida no la harás morir. No desearás los bienes de tu prójimo, ni perjurarás, ni dirás falso testimonio; no serás maldiciente, ni rencoroso; no usarás de doblez ni en tus palabras, ni en tus pensamientos, puesto que la falsía es un lazo de muerte. Que tus palabras, no sean ni vanas, ni mentirosas. No seas raptor, ni hipócrita, ni malicioso, ni dado al orgullo, ni a la concupiscencia. No prestes atención a lo que se diga de tu prójimo. No aborrezcas a nadie; reprende a unos, ora por los otros, y a los demás, guiales con más solicitud que a tu propia alma.

III. Hijo mío: aléjate del mal y de toda apariencia de mal. No te dejes arrastrar por la ira, porque la ira conduce al asesinato. Ni tengas celos, ni seas pendenciero, ni irascible; porque todas estas pasiones engendran los homicidios. Hijo mío, no te dejes inducir por la concupicencia, porque lleva a la fornicación. Evita las palabras deshonestas y las miradas provocativas, puesto que de ambos proceden los adulterios. Hijo mío, no consultes a los agoreros, puesto que conducen a la idolatría. Hijo mío, no seas mentiroso, porque la mentira lleva al robo; ni seas avaro, ni ames la vanagloria, porque todas estas pasiones incitan al robo. Hijo mío, no murmures, porque la murmuración lleva a la blasfemia; ni seas altanero ni malévolo, porque de ambos pecados nacen las blasfemias. Sé humilde, porque los humildes heredarán la tierra. Sé magnánimo y misericordioso, sin malicia, pacífico y bueno, poniendo en práctica las enseñanzas que has recibido. No te enorgullezcas, ni dejes que la presunción se apodere de tu alma. No te acompañes con los orgullosos, sinó con los justos y los humildes. Acepta con gratitud las pruebas que sobrevinieren, recordando que nada nos sucede sin la voluntad de Dios.

IV. Hijo mío, acuérdate de día y de noche, del que te anuncia la palabra de Dios; hónrale como al Señor, puesto que donde se anuncia la palabra, allí está el Señor. Busca constantemente la compañía de los santos, para que seas reconfortado con sus consejos. Evita fomentar las disenciones, y procura la paz entre los adversarios. Juzga con justicia, y cuando reprendas a tus hermanos a causa de sus faltas, no hagas diferencias entre personas. No tengas respecto de si Dios cumplirá o no sus promesas. Ni tiendas la mano para recibir, ni la tengas cerrada cuando se trate de dar. Si posees algunos bienes como fruto de tu trabajo, no pagarás el rescate de tus pecados.No estés indeciso cuando se trate de dar, ni regañes al dar algo, porque conoces al dispensador de la recompensa. No vuelvas la espalda al indigente; reparte lo que tienes con tu hermano, y no digas que lo tuyo te pertenece, poque si las cosas inmortales os son comunes, ¿con cuánta mayor razón deberá serlo lo perecedero? No dejes de la mano la educación de tu hijo o de tu hija: desde su infancia enséñales el temor de Dios. A tu esclavo, ni a tu criada mandes con aspereza, puesto que confían en el mismo Dios, para que no pierdan el temor del Señor, que está por encima del amo y del esclavo, porque en su llamamiento no hace diferencia en las personas, sinó viene sobre aquellos que el Espíritu ha preparado. En cuanto a vosotros, esclavos, someteos a vuestros amos con temor y humildad, como si fueran la imagen de Dios. Aborrecerás toda clase de hipocresía y todo lo que desagrade al Señor. No descuides los preceptos del Señor, y guarda cuanto has recibido, sin añadir ni quitar. Confesarás tus faltas a la iglesia y te guardarás de ir a la oración con mala conciencia. Tal es el camino de la vida.

V. He aquí el camino que conduce a la muerte: ante todo has de saber que es un camino malo, que está lleno de maldiciones. Su término es el asesinato, los adulterios, la codicia, la fornicación, el robo, la idolatría, la práctica de la magia y de la brujería. El rapto, el falso testimonio, la hipocresía, la doblez, el fraude; la arrogancia, la maldad, la desvergüenza; la concupiscencia, el lenguaje obsceno, la envidia, la presunción, el orgullo, la fanfarronería. Esta es la senda en la que andan los que persiguen a los buenos; los enemigos de la verdad, los amadores de la mentira, los que desconocen la recompensa de la justicia; los que no se apegan al bien, ni al justo juicio; los que se desvelan por hacer el mal y no el bien; los vanidosos, aquellos que están muy alejados de la suavidad y de la paciencia; que buscan retribución a sus actos, que no tienen piedad del pobre, ni compasión del que está trabajando y cargado, quie ni siquiera tienen conocimiento de su Creador. Los asesinos de niños, los corruptores de la obra de Dios, que desvían al pobre, oprimen al afligido; que son los defensores del rico y los jueces inicuos del pobre; en una palabra, son hombres capaces de toda maldad. Hijos míos, alejaos de los tales.

VI. Ten cuidado que nadie pueda alejarte del camino de la doctrina, porque tales enseñanzas no serían agradables a Dios. Si pudieses llevar todo el yugo del Señor, serás perfecto; sinó has lo que pudieres. Debes abstenerte, sobre todo, de carnes sacrificadas a los ídolos, que es el culto ofrecido a dioses muertos.

SEGUNDA PARTE

De la Liturgia y de la Disciplina

VII. En cuanto al bautismo, he aquí como hay que administrarle: Después de haber enseñado los anteriores preceptos, bautizad en el agua viva, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Si no pudiere ser en el agua viva, puedes utilizar otra; si no pudieres hacerlo con agua fría, puedes servirte de agua caliente; si no tuvieres a mano ni una ni otra, echa tres veces agua sobre la cabeza, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Antes del bautismo, debe procurarse que el que lo administra, el que va a ser bautizado, y otras personas, si pudiere ser, ayunen. Al neófito, le harás ayunar uno o dos días antes.

VIII. Es preciso que vuestros ayunos no sean parecidos a los de los hipócritas,puesto que ellos ayunan el segundo y quinto día de cada semana. En cambio vosotros ayunaréis el día cuatro y la víspera del sábado. No hagáis tampoco oración como los hipócritas, sinó como el Señor lo ha mandado en su Evangelio. Vosotros oraréis así:

«Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; danos hoy nuestro pan cotidiano; perdónanos nuestra deuda como nosotros perdonamos a nuestros deudores, no nos induzcas en tentación, sinó libranos del mal, porque tuyo es el poder y la gloria por todos los siglos.»

Orad así tres veces al día.

IX. En lo concerniente a la eucaristía, dad gracias de esta manera. Al tomar la copa, decid:

«Te damos gracias, oh Padre nuestro, por la santa viña de David, tu siervo, que nos ha dado a conocer por Jesús, tu servidor. A tí sea la gloria por los siglos de los siglos.»

Y después del partimiento del pan, decid:

«¡Padre nuestro! Te damos gracias por la vida y por el conocimiento que nos has revelado por tu siervo, Jesús. ¡A Tí sea la gloria por los siglos de los siglos! De la misma manera que este pan que partimos, estaba esparcido por las altas colinas, y ha sido juntado, te suplicamos, que de todas las extremidades de la tierra, reunas a ti Iglesia en tu reino, porque te pertenece la gloria y el poder (que ejerces) por Jesucristo, en los siglos de los siglos.»

Que nadie coma ni bebe de esta eucaristía, sin haber sido antes bautizado en el nombre del Señor; puesto que el mismo dice sobre el particular: «No déis lo santo a los perros.»

X. Cuando estéis saciados (de la ágapa), dad gracias de la menera siguiente:

«¡Padre santo! Te damos gracias por Tu santo nombre que nos has hecho habitar en nuestros corazones, y por el conocimiento, la fe y la inmortalidad que nos has revelado por Jesucristo, tu servidor. A ti sea la gloria por los siglos de los siglos. ¡Dueño Todopoderoso! que a causa de Tu nombre has creado todo cuanto existe, y que dejas gozar a los hombres del alimento y la bebida, para que te den gracias por ello. A nosotros, por medio de tu servidor, nos has hecho la gracia de un alimento y de una bebida espirituales y de la vida eterna. Ante todo, te damos gracias por tu poder. A Ti sea la gloria por los siglos de los siglos. ¡Señor! Acuérdate de tu iglesia, para librarla de todo mal y para completarla en tu amor. ¡Reúnela de los cuatro vientos del cielo, porque ha sido santificada para el reino que le has preparado; porque a Ti solo pertenece el poder y la gloria por los siglos de los siglos!»

¡Ya que este mundo pasa, te pedimos que tu gracia venga sobre nosotros! ¡Hosanna al hijo de David! El que sea santificado, que se acerque, sinó que haga penitencia. Maran atha ¡Amén! Permitid que los profetas den las gracias libremente.

XI. Si alguien viniese de fuera para enseñaros todo esto, recibidle. Pero si resultare ser un doctor extraviado, que os dé otras enseñanzas para destruir vuestra fe, no le oigáis. Si por el contrario, se propusiese haceros regresar en la senda de la justicia y del conocimiento del Señor, recibidle como recibiríais al Señor. Ved ahí como según los preceptos del Evangelio debéis portaros con los apóstoles y profetas. Recibid en nombre del Señor alos apóstoles que os visitaren, en tanto permanecieren un día o dos entre vosotros: el que se quedare durante tres días, es un falso profeta. Al salir el apóstol, debéis proveerle de pan para que pueda ir a la ciudad donde se dirija: si pide dinero, es un falso profeta. Al profeta que hablare por el espíritu, no le juzgaréis, ni examinaréis; porque todo pecado será perdonado, menos éste. Todos los que hablan por el espíritu; no son profetas, solo lo son, los que siguen el ejemplo del Señor. Por su conducta, podéis distinguir al verdadero y al falso profeta. El profeta, que hablando por el espíritu, ordenare la mesa y comiere de ella, es un falso profeta. El profeta que enseñare la verdad, pero no hiciere lo que enseña, es un falso profeta. El profeta que fuere probado ser verdadero, y ejercita su cuerpo para el misterio terrestre de la Iglesia, y que no obligare a otros a practicar su ascetismo, no le juzguéis, porque Dios es su juez: lo mismo hicieron los antiguos profetas. Si alguien, hablando por el espíritu, os pidiere dinero u otra cosa, no le hagáis caso; pero si aconseja se dé a los pobres, no le juzguéis.

XII. A todo el que fuere a vosotros en nombre del Señor, recibidle, y probadle después para conocerle, puesto que debéis tener suficiente criterio para conocer a los que son de la derecha y los que pertenecen a la izquierda. Si el que viniere a vosotros, fuere un pobre viajero, socorredle cuanto podáis; pero no debe quedarse en vuestra casa más de dos o tres días. Si quisiere permanecer entre vosotros como artista, que trabaje para comer; si no tuviese oficio ninguno, procurad según vuestra prudencia a que no quede entre vosotros ningún cristiano ocioso. Si no quisiere hacer esto, es un negociante del cristianismo, del cual os alejaréis.

XIII. El verdadero profeta, que quisiere fijar su residencia entre vosotros, es digno del sustento; porque un doctor verdadero, es también un artista, y por tanto digno de su alimento. Tomarás tus primicias de la era y el lagar, de los bueyes y de las cabras y se las darás a los profetas, porque ellos son vuestros grandes sacerdotes. Al preparar una hornada de pan, toma las primicias, y dalas según el precepto. Lo mismo harás al empezar una vasija de vino o de aceite, cuyas primicias destinarás a los profetas. En lo concerniente a tu dinero, tus bienes y tus vestidos, señala tú mismo las primicias y haz según el precepto.

XIV. Cuando os reuniéreis en el domingo del Señor, partid el pan, y para que el sacrificio sea puro, dad gracias después de haber confesado vuestros pecados. El que de entre vosotros estuviere enemistado con su amigo, que se aleje de la asamblea hasta que se haya reconciliado con él, a fin de no profanar vuestro sacrificio. He aquí las propias palabras del Señor: «En todo tiempo y lugar me traeréis una víctima pura, porque soy el gran Rey, dice el Señor, y entre los pueblos paganos, mi nombre es admirable.»

XV. Para el cargo de obispos y diáconos del Señor, eligiréis a hombres humildes, desinteresados, veraces y probados, porque también hacen el oficio de profetas y doctores. No les menospreciéis, puesto que son vuestros dignatarios, juntamente con vuestros profetas y doctores. Amonestaos unos a otros, según los preceptos del Evangelio, en paz y no con ira. Que nadie hable al que pecare contra su prójimo, y no se le tenga ninguna consideración entre vosotros, hasta que se arrepienta. Haced vuestras oraciones, vuestras limosnas y todo cuanto hiciéreis, según los preceptos dados en el Evangelio de nuestro Señor.

XVI. Velad por vuestra vida; procurando que estén ceñidos vuestros lomos y vuestras lámparas encendidas, y estad dispuestos, porque no sabéis la hora en que vendrá el Señor. Reuníos a menudo para buscar lo que convenga a vuestras almas, porque de nada os servirá el tiempo que habéis profesado la fe, si no fuéreis hallados perfectos el último día. Porque en los últimos tiempos abundarán los falsos profetas y los corruptores, y las ovejas se transformarán en lobos, y el amor se cambiará en odio. Habiendo aumentado la iniquidad, crecerá el odio de unos contra otros, se perseguirán mutuamente y se entregarán unos a otros. Entonces es cuando el Seductor del mundo hará su aparición y titulándose el Hijo de Dios, hará señales y prodigios; la tierra le será entregada y cometerá tales maldades como no han sido vistas desde el principio. Los humanos serán sometidos a la prueba del fuego; muchos perecerán escandalizados; pero los que perseverarán en la fe, serán salvos de esta maldición. Entonces aparecerán las señales de la verdad. Primeramente será desplegada la señal en el cielo, después la de la trompeta, y en tercer lugar la resurrección de los muertos, según se ha dicho: «El Señor vendrá con todos sus santos» ¡Entonces el mundo verá al Señor viniendo en las nubes del cielo!

Fuente: Historia de la Iglesia Primitiva, por E. Backhouse y C. Tylor. Editorial CLIE www.clie.es

Sunday, July 17, 2005

"La Visión", David Wilkerson, cap. 3, "Una inundación de inmundicia"

Del libro “La Visión”, David Wilkerson. Editorial Vida.
Escrito en 1973

CAPITULO 3

UNA INUNDACIÓN DE INMUNDICIA

Viene un derrumbe moral - 1

¡Ay de todos los habitantes de la tierra y del mar! Porque el diablo ha descendido a ustedes con gran ira, para engañar, si fuera posible, aun a los elegidos y escogidos de Dios. ¿Y cómo intentará Satanás afligir y engañar aun al pueblo escogido de Dios? Yo creo que él intentará alcanzar su objetivo de seducir a los hombres creando un derrumbe moral. Abrirá las compuertas del infierno y procurará bautizar al mundo en la inmundicia erótica, en la obscenidad y en la sensualidad.

Este derrumbe moral sobrepasará todo lo que la mente humana es capaz de imaginar. Ya un espíritu demoníaco de lujuria está pasando sobre muchos países, trayendo consigo desnudos, perversión y una inundación de inmundicia.

Un baño de obscenidad – 2

Este mundo afronta un baño de obscenidades tan intenso que el mismo afligirá la mente y el alma de algunos de los más devotos cristianos que viven hoy. La Biblia dice que Lot afligía su alma de día y de noche por las cosas que veía y oía en Sodoma. En breve los cristianos van a quedar expuestos a una corrupción moral y una sensualidad tan violentas, que será necesario estar bien agarrados de Dios para sobrevivir. Los que estén indecisos, en la valla, van a recibir un golpe de mala suerte y van a caer, derrotados. Aquellos que no entren el arca de seguridad de Dios, van a ser arrastrados con todo por esta avenida de inmundicia.

Torsos desnudos en la televisión – 3

Las principales cadenas de televisión quedarán enredadas en este derrumbe moral. Voy a predecir que pronto en los programas de las cadenas de televisión se intentará introducir escenas de senos desnudos. Los torsos o bustos descubiertos serán la nueva moda de los que procuran liberalizar los medios de comunicación. Cuando desaparezca gradualmente la primera reacción de “alarma” a esta tentativa de presentar torsos al descubierto, seguirá la desnudez total. Esto será realizado con “elegancia” y “buen gusto” al principio, pero cuando la comunidad artística se una en un coro de alabanza por este “avance” en la libertad de los medios de comunicación, se abrirán las compuertas y entonces vendrá cualquier cosa. Hasta ciertos eclesiásticos aplaudirán la desnudez en la televisión y tratarán de explicarla como una sana evolución, pero poco se hará, en realidad, para detenerla. Sorprendentemente, aquellos que en forma efectiva hablarán claro contra ella, no serán los ministros ni los que se conocen como cristianos devotos – al contrario, serán ciertas celebridades de Hollywood y personalidades de la televisión..

Películas clasificadas triple X en la TV después de la medianoche – 4

Estemos sobre aviso – En un futuro no muy distante se comenzarán a exhibir las más perversas películas pornográficas clasificadas con las X, en selectas cadenas de televisión por cable después de la medianoche. La televisión por cable es ya el objetivo favorito de los “impulsores” de filmes pornográficos.

En algunas de las principales ciudades de los Estados Unidos, el Canadá y Europa se están exhibiendo ya películas pornográficas clasificadas triple X (las más perversas). Estas películas vienen directamente de los productores de pornografía de Suecia, Dinamarca y los mismos Estados Unidos. Estos filmes soeces presentan una desnudez total, el acto sexual, la homosexualidad, la perversión animal y el sadismo.

La gente pagará por recibir estas películas eróticas introducidas por conductores directamente en sus salas. De no tomarse precauciones, los niños podrán conectarlas accionando un botón y quedar expuestos a la perversión sexual del tipo más soez.

Estas películas pornográficas llegaran a ser tan perversas y soeces, que hasta el ateo mas liberal se ruborizará y empezará a quejarse. Junto con la explotación de todo tema sexual, se hará énfasis en la sangre, la violencia y las prácticas del ocultismo. Se glorificará a los demonios, los diablos y la hechicería. El más reciente tipo de desviación sexual será el concúbito entre demonios y seres humanos. En estas exhibiciones dramáticas se presentará al demonio como el padre de la sexualidad.

Se exhibirán asimismo películas que harán aparecer fascinantes el estupro, el suicidio y la violencia sexual masiva – terminando en la muerte, como el “viaje” final.

El nuevo acontecimiento importante en las películas pornográficas serán los denominados “documentales” de asesinatos homosexuales en masas, espeluznantes y estremecedores. ¡Serán anunciados como autenticas reproducciones, pero en realidad no serán otra cosa que genuina obscenidad!.

Sexo y asesinato; sexo y muerte; sexo y sangre; sexo y tortura; sexo y violencia – éstos son los temas de casi todas las películas pornográficas disponibles.

No estamos muy lejos del día en que se exhibirán películas clasificadas de R (regular) en la franja principal de las cadenas de televisión. Las películas pornográficas en la televisión directa por cable llegarán a popularizarse tanto y a tener tal demanda, que las principales cadenas tratarán de competir exhibiendo filmes con tanto sexo y tanta violencia como puedan exhibir dentro de los límites legales.

Palacios de placer – 5

Un creciente número de moteles se anunciarán como “palacios de placer”. Por solo uno pocos dolares extras, los huéspedes podrán disfrutar las más recientes películas clasificadas de triple X introducidas directamente por video a sus habitaciones. Ya no será necesario que la gente “decente” tenga que entrar en un sucio teatro de los barrios bajos para ver las últimas inmundas películas pornográficas. En vez de eso, irán a un bello motel y disfrutarán de una exhibición privada para ellos solos. Esto se popularizará mucho entre los estudiantes de secundaria y universitarios, que se reunirán en grupos para celebrar tertulias pornográficas en las habitaciones de moteles.

Estarán asimismo disponibles para la venta las mismas cintas de video clasificadas de triple X para uso privado en el hogar. Estas cintas de video pueden ser “pasadas” en cualquier aparato de televisión por medio de un aditamento electrónico. Las tertulias pornográficas llegarán a ser un pasatiempo popular de los que viven en las zonas suburbanas.

Sexo en el quiosco de periódicos – 6

Miles de quioscos o puesto de periódicos a través de todo el país, estarán pronto vendiendo revistas explícitamente sexuales que harán que la conocida revista “Playboy” parezca casi puritana. Hasta jóvenes que aún no han llegado a la adolescencia comprarán estas revistas, que exhibirán desnudos a todo color, y todo tipo de actos sexuales.

Habrá una avalancha de revistas diseñadas especialmente para atraer el mercado femenino, que destacarán desnudos masculinos. Incluso las revistas nacionales más estimadas se tornarán más eróticas en su publicidad y en su material.

Mucha de la pornografía venidera destacará una mezcla de perversión sexual y prácticas de ocultismo en un esfuerzo por atraer a aquellas personas que “lo han visto todo”. Algunas de estas revistas pornográficas de venta en los quioscos locales hasta exaltarán el estupro, la vejación indecente de menores y el asesinato.

Casi todas las grandes ciudades de los Estados Unidos y Europa tenían ya quioscos de periódicos y tiendas de pornografía que exhibían estas mismas clases de libros. Pero en breve esto llegará a estar tan extendido, que el mismo material podrá ser adquirido en las tiendas de descuento y droguerías locales.

Los seductores, pornógrafos y hombres malintencionados van a mostrar desprecio por las leyes y las autoridades locales. Promoverán descaradamente su obscenidad, su inmundicia y su pornografía. Abrirán numerosos salones de masajes, vistas sicalípiticas y estudios de “modelos”. Si se les obliga a cerrar temporalmente, volverán una y otra vez, con obscenidades aun peores que las anteriores.

Educación sexual para participar en el acto – 7

En las clases de educación sexual de los últimos cursos de la escuela secundaria y en las de la escuela superior, se presentará el acto sexual en filmes. Los diagramas que se están usando ahora serán animados. Voy a predecir que no está muy lejano el tiempo cuando los estudiantes de los últimos cursos de secundaria, y los universitarios, serán expuestos a filmes de educación sexual que presentarán el preludio del acto sexual y el acto en sí. Estos filmes serán anunciados como que “han sido preparados con muy buen gusto” por profesionales.

Se les dirá a los estudiantes que el amor homosexual es normal y que los actos sexuales entre no casados son de desear – “si cada cual tiene en alta estima al otro”.

Esté al tanto y verá cómo el “sexo en dibujos animados” llegará a ser la próxima “innovación” en la educación sexual escolar. Muy moderados e inocentes al principio, estos filmes educacionales del tipo de dibujos animados se tornarán progresivamente más explícitos y eróticos.

Un revés temporal para la obscenidad – 8

Justamente antes de este derrumbe moral surgirá un efímero movimiento contra la obscenidad y la pornografía, iniciado por elementos conservadores. Tendrá casi la apariencia de ser un movimiento nacional y ganará ímpetu al unirse los tribunales, grupos cívicos, iglesias y líderes del gobierno en un esfuerzo para detener este derrumbe moral. Las cortes promulgarán algunas leyes que parecerán favorables a las fuerzas que combatan la obscenidad.

Habrá muchas pláticas en torno al “reforma” de la televisión y de los quioscos de prensa y revistas. Con harta frecuencia aparecerán artículos en los periódicos y revistas sobre esfuerzos valerosos para rechazar la invasión de obscenidad y pornografía. Se alcanzarán algunas victorias temporales asiladas en distintos lugares, pero esas victorias serán de corta duración. Unos pocos ministros de la radiodifusión llevarán a cabo abiertamente una campaña contra la obscenidad – pero el entusiasmo y el apoyo decaerán pronto.

Los traficantes de obscenidades y pornógrafos profesionales no van a ceder sin luchar ni se van a dar por vencidos. Van a estudiar cada ley de la localidad y van a hallar resquicios y vías y medios para promover sus productos. La campaña de reformas que se lleve a cabo en los Estados Unidos y en otros países no tendrá éxito. La misma será una cruzada de corta duración, y luego seguirá un desbordamiento de inmundicia.

Se dice que el péndulo oscila de un extremo a otro. Muchos han estado diciendo con optimismo que hemos tenido toda la desnudez, inmundicia y obscenidad que la nación puede soportar, y que el péndulo está a punto de oscilar hacia el otro lado. Todo lo que llevo dentro de mí desea que esto pudiera ser así. Pero yo tengo la plena convicción de que la inundación de inmundicias que he visto venir, es la misma clase de inundación de que habló el profeta Nahum:

“Heme aquí contra ti, dice Jehová de los ejércitos, y descubriré tus faltas en tu rostro, y mostraré a las naciones tu desnudez, y a los reinos tu vergüenza. Y echaré sobre ti inmundicias, y te afrentaré, y te pondré como estiércol" (Nahum 3:5,6)

Viene el pecado de Sodoma – 9

El pecado de Sodoma se repetirá otra vez en nuestra generación. De todos los pecados de que fue culpable Sodoma, los más atroces fueron las acometidas homosexuales realizadas por irritadas pandillas de sodomitas que procuraban vejar a personas inocentes.

Los asesinatos en masa se han vuelto corrientes en nuestra generación. Hemos presenciado el reportaje noticioso televisado de la masacre olímpica. Las juergas de asesinatos en masa se han vuelto tan frecuentes, que hoy en día las mismas casi se dan por supuesto. El mundo ya no se conmueve por estas tragedias, como en el pasado.

La Biblia dice: “Como sucedió en los días de Lot, así será en los días de la venida del Hijo del Hombre”. He visto cosas en mi visión que me hacen temer por el futuro de nuestros hijos. Estoy hablando de desenfrenadas bandas callejeras de hombres homosexuales que asaltan en público a gente inocente en los parques, en las calles y en lugares secretos. Estas acometidas perpetradas por pandillas sodomitas vendrán con toda seguridad, y aun cuando probablemente no se les dará publicidad como tales, aquellos que pertenezcan a los círculos que imponen las leyes habrán de conocer, con toda su magnitud, lo que esté sucediendo.

Una epidemia homosexual – 10

Hay solamente dos fuerzas que contienen a los homosexuales de entregarse completamente a su pecado. Estos dos frenos son: el rechazo de que son objeto por parte de la sociedad, y el repudio y las enseñanzas de la iglesia. Cuando la sociedad ya no rechace su pecado como algo anormal y los acepte plenamente y los estimule en su anormalidad, y cuando la iglesia ya no predique contra él como pecado y los conforte en sus actividades sexuales – ya no existirá ninguna fuerza de impedimento para ellos. Las compuertas estarán abiertas, y se estimulará a los homosexuales a que continúen en su pecado. En mi visión he visto que se estaban eliminando estos dos impedimentos. Cuando se llegue a eliminar aquello que se opone, seguirá el caos.

Créame cuando le digo que no está lejano el día en que usted tomará el periódico local y leerá relatos sórdidos acerca de niños inocentes acometidos por desenfrenadas pandillas de homosexuales en los parques y en las calles de la ciudad. Las violaciones en masa vendrán tan seguramente como que están predichas en los Evangelios. Yo las veo venir en nuestra generación.

Veintisiete muchacho fueron asesinados en Houston, Texas, por una pequeña pandilla de homosexuales. Este sórdido relato noticioso es el comienzo de muchos otros brotes tan trágicos.

Se puede esperar más de un escándalo homosexual en posiciones muy elevadas. La comunidad homosexual llegará a ser tan militante y decidida, que dentro de muy poco sus miembros harán ostentación de su pecado con charlas televisadas por las cadenas de televisión.

Veo muy claramente a los homosexuales manifestándose en gran número, y los crímenes de desviación sexual llegando a ser más numerosos y más depravados.

Una apostasía – 11

Las normas morales que rigen entre muchos eclesiásticos se desmoronarán. Las permutas de esposos y esposas irán en aumento, y muchísimos jóvenes simplemente vivirán juntos, sin casarse.

Una constante barrera de sexo y desnudez por todos los medios de comunicación afligirá la mente y el corazón de los más devotos Hijos de Cristo. Esto hará que el amor de muchos se enfríe. Conducirá a la indiferencia y a la infidelidad. Será la principal causa de una gran “apostasía”. Serán pocos los que le hagan frente a esta inundación de inmundita, y los mismo serán considerados como que “viven atrasados” y no “marcan el paso” con una sociedad ilustrada y una iglesia más apropiada.

El aborto fácil, la píldora, y una creciente tolerancia sexual habrán de contribuir a una revolución de inmoralidad, la cual terminará, finalmente, en un bautismo de inmundicia tan extendido, que la mente humana será incapaz de admitirlo todo.

Los amantes de los placeres sexuales excederán mucho en número a los que aman a Dios. Este enterrado y prevenido – ésta es una guerra en gran escala contra los escogidos de Dios.

Inmoralidad sexual en el ministerio – 12

El divorcio y la inmoralidad serán más y más comunes entre los ministros. Un creciente número de sacerdotes se verán involucrados en aventuras sexuales y abandonarán el sacerdocio. Otros continuarán en el sacerdocio pero mantendrán relaciones secretas. Un número siempre creciente de ministros protestantes van a “caer” en el pecado sexual, siendo gran parte de esas relaciones pecaminosas sostenidas en secreto.

Tengo la convicción de que incluso ciertas denominaciones evangélicas les otorgarán pronto credenciales a ministros divorciados. El divorcio de ministros ya no entrañará más un estigma. Distintas denominaciones de iglesias continuarán “revisando” su opinión al divorcio y se tornarán más indulgentes con cada nueva convención y conferencia. Viene un reblandecimiento hacia el divorcio en las iglesias y en el ministerio. Esta es una tendencia que no será detenida, aun cuando los cambios de actitud se desarrollan lentamente.

Me ha sido descorrido un velo y he tenido como si fuera una visión de lo que les está sucediendo secretamente a miles de ministros y de personas muy devotas. Bajo toda esa religiosidad y detrás de todos los falsos frentes se están manteniendo relaciones secretas, ocultas a los ojos de los hombres. Entre ellos están algunos de los más devotos y mejor conocidos. Algunos hombres y mujeres muy “religiosos” están engañando y entregándose a pecados sexuales secretos. Deploran su pecado y saben que su actitud nunca podrá aceptarse como correcta, pero parecen impotentes para contrarrestar la fuerza de este derrumbe moral personal. A menos que sean liberados milagrosamente, ello conducirá al naufragio y al desastre en muchos hogares e iglesias.

Veo venir el día en que todo verdadero ministro y sacerdote del evangelio habrá de enfrentar su hora suprema de tentación. Aquellos que pensaban que no eran susceptibles de tentación, serán tentados de la manera más severa. Dios guardará y librará a los que se vuelvan a él de todo su corazón. Aquellos que continúen flirteando y siendo indulgentes consigo mismo encararán una terrible hora de desesperación y fracaso. Pronto Dios se las entenderá con el pecado secreto con tal furor, que sus juicios comenzaran a caer a derecha e izquierda en la vida de aquellos que persisten en sus pecados. Aquellos que abandonen los pecados sexuales secretos serán restaurados y sanados.

Lo que yo he oído y visto es un mensaje urgente procedente de la sala del Trono de Dios – “Hay pecado en el campamento y debe ser purificado”. Ha llegado la hora en que Dios va a poner el hacha a la raíz de los árboles. El va a limpiar su casa y va a santificar sus vasos para el servicio en esta hora de medianoche.

Una tentativa de última hora para engañar a los escogidos de Dios – 13

He visto a la gente de Jesús de esta generación como los “últimos cristianos”. Satanás va a venir como un ángel de luz, tan sutil, inocente e indefinible, que pocos reconocerán lo que les está ocurriendo. El va a “camuflar” sus actividades y a intentar engañar a los cristianos con tentaciones que son legítimas en sí mismas – pero si se abusa de ellas, se tornan reprobables.

La tentación numero uno para los postreros cristianos será la prosperidad. La Biblia advierte que en los últimos días muchos cristianos serán tibios, ricos, prósperos, y no necesitaran de nada. No hay nada malo ni de pecaminoso en ser próspero y tener éxito. Muchos de los patriarcas de la Biblia fueron hombres ricos. Abraham era muy rico en ganado, en plata y en oro. Job era inmensamente rico, llegando a poseer 7.000 ovejas, 3.000 camellos, 500 yuntas de bueyes, 500 asnas, y tenía muchos criados y una gran casa. Sin duda Dios no está contra la riqueza ni la prosperidad, puesto que la Biblia dice que él “se complace en la prosperidad de sus siervos” (Salmo 35.27 – T.L.).

Sin embargo, veo a millares de cristianos seducidos por la prosperidad. Los postreros cristianos van a ser afligidos por la prosperidad, probados por ella más que por la pobreza.

En mi visión, veo a Satanás presentándose delante de Dios una última vez, como lo hizo para acusar a Job en la Biblia. Pero esta vez él viene con el propósito de pedir permiso para tentar a los postreros cristianos. He aquí lo que veo:

“Y Jehová dijo a Satanás: ¿De donde has venido? Satanás contestó: De rodear la tierra y de observar a los postreros cristianos. Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a estos cristianos de los últimos tiempos – cuán consagrados, cuán rectos, cuán temerosos de Dios y amantes de Cristo son? ¿Y cómo tratan de apartarse de tus perversos enredos? Entonces Satanás respondió a Jehová: Sí, pero quita nada más el vallado con que los has rodeado. Job no renegaba de ti en su pobreza – pero solamente multiplica los bienes de todos los postreros cristianos y bendícelos mucho más allá de todo lo que Job tuvo jamás, y luego mira lo que ocurre. Haz a todos estos postreros cristianos opulentos como Job. Constrúyeles elegantes casas nuevas – dales automóviles ostentosos – todo el dinero y todos los artefactos que necesiten. Abrúmalos con equipos de acampada, lanchas, viajes por el mundo, ropa cara, comidas exóticas, tenencias de tierras y cuentas de ahorro. Observa lo que les ocurre a tus cristianos de los últimos tiempos cuando se lleguen a repletar, a enriquecer, cuando vean incrementados sus bienes, y no tengan necesidad de nada. Abandonarán a Dios y se volverán autosuficientes”

Y yo veo cómo los automóviles, la ropa buena, las motocicletas y toda clase de bienes materiales llegan a ser, para los cristianos, un impedimento mayor que las drogas, el sexo o el alcohol. Veo a miles de cristianos apegados a las cosas materiales y obsesionados por ellas. Se hallan tan envueltos en las cosas materiales, que se vuelven tibios, obcecados, débiles y espiritualmente desnudos, son desventurados, miserables y totalmente descontentos.

En mi visión veo a Satanás parado atrás y riéndose alegremente:

“Mira a todos los cristianos que se vuelven locos por el dinero – ¡a todos los que amontonan buena ropa! ¡Atacados por la manía de la seguridad! ¡Haciendo montones de dinero! ¡Comprando todos los muebles nuevos! ¡Adquiriendo automóviles más grandes! ¡Comprando dos o tres de ellos! ¡Comprando, plantando, vendiendo, casándose, y divorciándose! Esto arruinó la generación de Lot. Y te arruinara a ti también.

Fíjate cómo todos esos cristianos que reciben buenos sueldos, que viven una vida cómoda, que acostumbran comer bien, se vuelven perezosos, tibios, y llegan a ser presa fácil. Oh Dios – derrama prosperidad sobre ellos. Les está llegando a muchos de ellos y está haciendo más fácil mi trabajo.”

El Dios que es dueño del ganado, de un millar de colina, no quiere nada de lo que el hombre posee. Ni su casa, ni su automóvil, ni sus ropas, ni su lancha fueraborda, ni nada de eso. Él sólo quiere tener el primer lugar en el corazón de aquellos que se llaman a sí mismos por su santo nombre.

Cristianos del Espíritu Santo oscilantes – 14

Veo a muchos de los cristianos de los últimos tiempos que una vez fueron amadores de Dios, encaminándose al naufragio por su obsesivo amor al placer. Aquellos que aman a Dios no encuentran placer ni en las drogas, ni en las relaciones sexuales ilegítimas, ni en el alcohol, ni en el tabaco, ni en las obscenidades. Y el diablo sabe esto. La mayor parte de estos placeres carnales ofende al cristiano y causa repulsión en él. Veo a millares de cristianos sentados en teatros exponiéndose a influencias degradantes que antes aborrecían. Estos no se han entregado a ningún pecado en particular, pero se han acomodado muy bien a su afición a las películas picarescas, a las fiestas muy concurridas, y las reuniones sociales, y a saborear el vino. Estos cristianos aman a Dios realmente, pero aman todavía más sus placeres. En realidad no son pecadores delante de Dios – sólo desconocidos para él. Se han vuelto tan ocupados oscilando y procurando vivir una vida cristiana liberada, que han cambiado drásticamente, sin saber en qué se han convertido.

El súbito rapto de los cristianos desde la tierra tomara a muchos de ellos desprevenidos. Se han vuelto unos callejeros socializados que paran poco en la casa y que ya no pueden encontrar una hora para hablar con Dios en una pieza secreta de oración.

Yo veo el pecado del futuro como el mal empleo del tiempo libre. Esto no tiene nada que ver con una oportunidad de pasarse unas semanas de vacaciones. No es el tiempo que se emplea en un viaje turístico por Europa o por Tierra Santa. No es una excursión de caza o de pesca. No son las horas pasadas cabalgando sobre las olas en una motora, ni paseando en barca o a caballo. Todas estas cosas son lícitas y buenas en sí mismas. Yo estoy refiriéndome a todo el tiempo que se pierde. El tiempo que tiene uno para sí mismo, para escoger que va a hacer con él. Tiempo que pudiera ser empleado para leer la Palabra de Dios. Tiempo que pudiera pasarse en el cuarto secreto hablándole al Padre Celestial.

Veo a Satanás venir de nuevo para acusar al cristiano de los últimos tiempos:

“Mira al cristiano de estos últimos tiempos, el enviciado con la televisión Mírale – horas y horas dedicadas para novelas en serie, comedias, deportes – pero no tiene tiempo para estar a solas con Dios. Este cristiano desconecta de Dios con un interruptor. Va de caza, de pesca, de viaje; juega al fútbol, al tenis, al golf, al baloncesto. Va al cine y a fiestas, y se han vuelto callejeros, pero no tiene tiempo para leer su Biblia u orar. ¿No es éste el cristiano de los últimos tiempos que se supone que ande por la fe? ¿No es éste aquel cuya fe vencerá al mundo? ¿No es éste aquel que va a prepararse para los días de persecución y de caos mundial que vienen? ¿Son estos cristianos buscaplaceres sobre los cuales el fin del mundo va a caer?”

El mayor pecado del futuro contra Dios no es deshonrar el cuerpo, satisfacer la carne, ni siquiera blasfemar su nombre. El pecado más grande contra Dios ahora es simplemente ignorarlo a él, en un día y una época en que él está llamando tan claramente. Vea una evolución irónica. Los cristianos de estos últimos tiempos, que viven tanto más cerca del retorno de Cristo que los primitivos cristianos, pasan el menor tiempo de todos en su presencia.

El mensaje del juicio que viene y del retorno de Jesucristo no será comprendido por tantos cristianos, por la misma razón que por el mensaje y la sentencia pendiente no penetraron hasta el corazón de la generación de Noé – porque estaban tan enamorados del placer de comprar, vender, plantar y hacer el amor.

Una guerra de habladurías – 15

Yo sé ahora que Satanás ha declarado la guerra contra todo verdadero ministro de Jesucristo. El no dejará una piedra sin mover en un intento para desacreditar y hundir a todo hombre de Dios que esté determinado a permanecer fiel. Aquellos ministros y sacerdotes que rehusan engañar a su esposa, que rehusan condescender con la libertad de la nueva moralidad, van a ser el blanco de la más ruin habladuría de todos los tiempos. Satanás va a levantar “agentes de murmuración” para vejarlos, difamarlos e inventar mentiras contra ellos.

Me inclino a creer que Billy Graham y otros grandes evangelistas en todo el mundo habrán de encarar más y más ridículos, habladurías y malentendidos de parte de la prensa y de la gente liberal en los medios de comunicación. Cada motivo será puesto en tela de juicio y conjeturado. Cada afirmación será examinada y repreguntada.

Los ministros que pensaban que no tenían enemigos en el mundo, despertarán para descubrir que alguien está hablando de ellos. Los pastores de iglesias van a enfrentar la más maliciosa murmuración de todos. Las insinuaciones, mentira y falsas afirmaciones que estarán flotando alrededor, vendrán desde las mismas profundidades del infierno.

Será una demostración sobrenatural de los poderes demoníacos. Ni un solo verdadero ministro del evangelio quedara inmune. Las esposas de los ministros que están casados serán también blanco del ataque.

Legiones de espíritus mentirosos han sido soltados en el mundo con el solo propósito de acusar a los cristianos mediante la habladuría y la difamación. Esta guerra de murmuración no sólo será dirigida contra los ministros del evangelio – sino contra todos los verdaderos creyentes en Jesucristo, de todas las razas y todos los credos.

Un aumento de falsas doctrinas – 16

Loa hombres preferirán las falsas doctrinas y las nuevas ideas en vez de la verdad de la Santa Palabra de Dios. Se amontonarán en derredor de maestro que ofrecerán “nuevos pensamientos y revelaciones”. Hombres y mujeres acudirán a las profecías y enseñanzas de hombres, antes que prestar atención a las doctrinas de la verdad. Escucharán a espíritus seductores y a doctrinas de demonios.

Nos hallamos frente a una hora de extremos de evangelios, en la cual los hombres buscadores, que tienen comezón de oír, se irán tras ministros que se presentan como “ángeles de luz”, pero que en realidad están predicando y enseñando herejía. Las nuevas doctrinas usarán el nombre de Jesús liberalmente y estarán adornadas con aderezos de ascetismo, abnegación y fuerza de voluntad.

Un temor de posesión demoníaca se apoderará de muchos sinceros cristianos. Acudirán a maestros que hablan más a menudo del poder de Satanás que del poder de Dios. He visto, sin embargo, que este movimiento hacia un temor de Satanás dentro de la iglesia será de breve duración. Aquellos que continúan poniendo énfasis en la posesión satánica de cristianos. Retornarán a la ley antigua y a una nueva vida de obras. Asimismo, un número creciente de cristianos sinceros venderán todo y se incorporarán a comunas de tipo cristiano que presentan un modo de vida tipo monasterial, y un conjunto de leyes mediante las cuales allegarse a Dios.

Un falso movimiento de Jesús – 17

Surgirá un movimiento de falsa “gente de Jesús” que pondrá mucho énfasis en echar fuera demonios. Esa gente pretenderá sanar enfermos y realizar aparentes maravillas. Estarán involucrados en la alimentación de poderes y la predicación de un gran amor. Peor entre ellos habrá falsos profetas que nunca se habrán rendido totalmente a Cristo. Son los que predican el amor en su nombre, pero que continuarán en sus pecados antiguos y en su rebelión. Son obreros de iniquidad que son instrumentos de Satanás para desacreditar el verdadero movimiento de Jesús.

La Biblia predice que muchos de los que forman esta falsa gente de Jesús estarán delante del Trono de Dios y dirán:

“¿Señor, Señor, no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” (Mateo 7.22)

Pero el Señor les dirá:

“Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7.23)

Estoy convencido de que esto se refiere a esa falsa gente de Jesús que se puso a predicar en su nombre, operando albergues de protección para muchachos desprotegidos, proporcionando alimentación a los pobres y vistiendo a los descamisados – todo en el nombre del amor de Cristo, pero sin vivir la vida crucificada, rendida y resucitada de Jesús. Ellos blanquearon sus pecados y añadieron a Jesús encima de todo ello. Daban saltitos de alegría y le danzaban a Jesús, pero no habían estado nunca en el Calvario para que sus pecados fueran lavados.

Cuando venga la hora de la persecución, esta gente retornará a su sexualidad y a sus drogas, y a su antiguo modo de vida. Sólo aquellos que se han rendido totalmente a Jesucristo y hayan sido limpiados con su sangre sobrevivirán.

Renacimiento del verdadero Movimiento de Jesús – 18

Sufriendo persecución y consciente de las señales de los tiempos, un ejército de verdaderos seguidores de Jesús seguirá surgiendo como comandos. Serán parte de una iglesia subterránea a la cual veremos ¡predicando el retorno de Cristo y el fin de los tiempos! Serán como una espina en el costado de la iglesia ramera, y producirán remordimiento y comezón en las conciencias de los hombres por su devoción y poder espiritual. Los adoradores del demonio estarán en conflicto abierto con todos estos verdaderos seguidores de Jesús. Sólo aquellos que vivan por la verdadera fe podrán discernir la “huestes espirituales de maldad” en las regiones celestes.



Capitulo 3
“La Visión”, David Wilkerson. Editorial Vida.
Escrito en 1973